sábado, 23 de abril de 2011

Madrugada de Esperanza

A las puertas de Dominicos se respira un ambiente que no se vuelve a repetir en todo el año. Cientos de personas se agolpan a ambos lados de un estrecho pasillo que queda para que pasen por él los tres pasos que sacan del templo la Hermandad Dominicana, con cofrades bajo el paso con un ritmo especial en sus pies, que 'bailan' como nadie a Jesús de la Pasión, al Cristo de la Buena Muerte, y como no, a La Esperanza bajo su palio plateado.La madrugada tiene un olor especial, huele a incienso y cera, un rastro que se extiende por San Pablo, Palominos, la Rúa o Libreros. Sombras reflejadas en la piedra dorada en una noche donde sólo reina el silencio, roto por las órdenes del capataz de cada paso, y de la respuesta de los que van dentro.

Noche de emociones. Primero, al escuchar a las bandas tocar dos nuevas marchas dedicadas a estas imágenes: Postrado ante tu Cruz, para el Cristo de la Buena Muerte, y Amanecer de Esperanza, para la Virgen que alivia las penas y a la que se aferran los que pasan por un mal trago. Miradas que brillan de los que están a tu lado, corazones que laten a un nuevo ritmo, todo cambia cuando sale cada paso.

El tiempo se detiene en la madrugada, nadie echa de menos las horas de sueño robadas. Y en la Catedral aguarda La Piedad de Carmona, con un manto de claveles rojos que atrapa todas las miradas. Se suma al desfile procesional, y avanza hacia Libreros. Amanece. Los pasos alcanzan la Plaza. Y el ritmo de cada paso se acelera, el cielo se oscurece más y amenaza la lluvia. Regreso a Dominicos y despedida en el atrio. Corazones encogidos. La Piedad regresa a su morada, lejos de Jesús de la Pasión, el Cristo de la Buena Muerte y la Esperanza. Aplausos. Todo un regalo, gracias.


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