jueves, 21 de abril de 2011

La lluvia cesó y el Cristo de la Agonía Redentora llegó a Las Isabeles

El Cristo de la Agonía Redentora volvió a escuchar la promesa de silencio bajo el dintel de la Puerta de Ramos a medianoche. Miradas al cielo, que parecía despejado. Los hermanos de la Real Cofradía del Cristo Yacente iniciaban el desfile penitencial. Primero, la Cruz de guía, escoltada por cuatro faroles. Después, los cofrades más pequeños, y los primeros que descubrieron el peor de los presagios: "¡llueve!", decía el más pequeño, de no más de dos años. Primero fueron unas gotas intermitentes, que permitieron incluso que el incensario, cargado por ocho cofrades, saliera hasta poco más de la rampa de acceso a la plaza de Anaya. El goteo se convirtió en diluvio, y la entrada precipitada de los hermanos.


 Y tras ellos, cientos de personas se resguardaron en el interior de la Catedral Nueva. Momentos de llanto contenido, de caras tristes, tanto entre el pueblo como los propios cofrades. Y todas las miradas se dirigían al hermano mayor. Sin duda, en sus manos una decísión complicada, ya que se juega con sentimientos y con el valor de unas imágenes. Pero fue muy prudente y decidió dar una tregua a la lluvia, de poco más de quince minutos. Y el agua dejó de caer. El Cristo de la Agonía Redentora y el Yacente de la Misericordia salían a la calle, hacia su encuentro con Las Isabeles. Las agujas del reloj rozaban la una de la madrugada.



 La agrupación musical tocó como nunca Llorando a mares, la marcha que marca cada año la salida de la cofradía. Su 25 salida penitencial puedo celebrarse, y volvieron a bajar por Tostado, atravesaron la Plaza con los sones de Saeta, y Sor María Aurora volvió a dirigirse al pueblo, con palabras escritas desde el corazón y el cariño a la cofradía y sus hermanos. Un año más, despidieron a las imágenes cantando Perdona a tu pueblo. La comunidad de religiosas es pequeña, pero tiene un corazón grande. Por otras muchas salidas penitenciales más.




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