lunes, 25 de abril de 2011

Sepelio de Sábado Santo

No sería lo mismo la madrugada de Sábado Santo sin el Cristo de la Liberación y su salida de Fonseca. Silencio y luto. No hay banda ni agrupación, tan sólo el Trío Christus y los tambores sordos. Un hermano de la sección de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz abre el cortejo fúnebre tocando silencio con dos campanillas. Detrás, la Cruz de Guía. Silencio y tristeza, se acerca el yacente.


Tampoco falta el coro, que interpreta polifonía religiosa, ni el Cristo de la Tabla, cargado por dos hermanos. Silencio. De luto charro se acercan las mujeres con su traje de ventioseno negro, o los cofrades que portan su túnica y sandalias de disciplinante. El cortejo también se completa con las tablas del Vía Crucis de Jerónimo Prieto. Silencio. Austeridad y sencillez.




Soledad en la noche

Desde casi una hora antes de la salida de Nuestra Señora de la Soledad ya no había un hueco libre en el recorrido, en especial, junto a la plaza de Anaya. Miles de personas aguardan el paso de palio de luto donde se pasea la bella imagen entre la madrugada de Viernes a Sábado Santo. Ver el inicio del desfile desde el interior de la Catedral supone recogimiento, sonidos y sentimientos que no se pueden vivir en la calle. Silencio. Los toques del paso resuenan en el templo, La Soledad se acerca, la banda toca una marcha que parece escrita para ella. Todos miran hacia la misma dirección, y en unos segundos ya se aprecia la sombra de palio, que cobra vida. Su cara invita a la calma y a la esperanza, con su traje de Reina. Y el palio y la Señora de Salamanca asoman por el dintel de la puerta del templo: lluvia de pétalos, en concreto, procedentes de 100 docenas de claveles. Aplausos y vítores: ¡Guapa! se repite una y otra vez cada año, cada década y durante el último siglo. Nada cambia, salvo las personas que lo gritan.


Y en la esquina de la Rúa con Palominos, ya esperan en el balcón las Siervas de María, Ministras de los Enfermo, que tiran pétalos a la Virgen. La Soledad se aproxima a Dominicos para agarrarse a la Esperanza de la próxima Resurrección. Miles de personas presencian el saludo de los dos pasos de palio. Su paseo por Salamanca no concluye sin pasar antes por la Plaza, donde la  reciben con una luz tenue y la voz de Sofía, cantando el Ave María.



Santo Entierro

Una tormenta hacía presagiar una tarde triste y gris de Viernes Santo. Con cuatro cofradías que no dejaban de mirar al cielo, que con 12 imágenes en la calle nada puede fallar. Pero los rayos y truenos se alejaron y tras un tensa espera a las puertas de la iglesia de El Carmen de Abajo, el paso de la Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos se dirigía a la calle para abrir la primera de las salidas hacia la procesión general del Santo Entierro. Cofrades de capirote verde que temieron repetir la suspensión de 2009. Los hermanos enfilan hacia San Pablo con las cruces de Andrés Alén estrenadas para la ocasión.


Llega el turno para la Congregación de San Pablo, desde donde parte Jesús Rescatado, con su túnica morada bordada y sus devotos que alumbran con fe. Cientos de miradas observan cada paso de los hermanos de carga, emociones contenidas, abrazos. La Cruz con el sudario de Nuestra Señora de las Angustias asomaba minutos después. La tarde se oscurecía, miradas al cielo.




Y no hay mayor consuelo que toparse con la mirada de Jesús Nazareno, cargado con la Cruz. La lluvia hace acto de presencia, el plástico oculta sus ojos y el resto de las imágenes del paso, al igual que el Santo Entierro. ¿Qué hacer? Difícil decisión. Desconcierto, los pasos se resguardan cerca de la Plaza. En la Vera Cruz, el resto de pasos aguardan para salir. Allí, la cofradía estrena la restauración de La Caída, que luce como nunca gracias a las expertas y sabias manos de Isabel Pantaleón. La procesión general se inicia, de manera más pausada, ¿culpable? la lluvia. Y un año más, a su modo, se recrea la Pasión y Muerte de Jesús.


domingo, 24 de abril de 2011

Gracias

Gracias a la Semana Santa de Salamanca por despertarme hace ya seis años una fe algo dormida, por ponerme la carne de gallina y la lágrima en el ojo al paso de la banda, que toca Saeta, Reo de Muerte, A la Gloria o La Madrugada. Por cada salida de la imagen de su templo, todas tienen hueco en mi corazón cofrade. Mi sonrisa es distinta en Semana Santa, no se repite igual el resto del año. Desde el último viernes de Cuaresma al Domingo de Resurrección todo se paraliza a mi alrededor, no hay otro tema de conversación ni pensamiento. Horas de sueño robadas, dolor de riñones y pies que se alivian al paso de cada imagen.


Gracias a Ángel y a Abraham por ser mis compañeros de viaje, porque todo lo aprendí junto a ellos, porque escriben con sentimiento y como nadie, porque los leo y me emocionan. Por esos ratos de silencio y de risa contenida. Gracias. Siempre os echo de menos. A Isa, por acompañarme a ver las procesiones, sin descanso. Gracias a los hermanos mayores de las 16 cofradías y hermandades y a la Junta de Cofradías, por vuestro cariño, vuestra fe y amor a la Semana Santa, os admiro. A cuatro días del inicio de la Pasión me cortaron las alas, novedades y sentimientos sin contar, crónicas que quedaron en el aire y terminaron en un blog. Pero sentí el cariño de los cofrades y el aliento de cada imagen. Fuera tristezas, de nada vale lamentarse. Gracias a los que leen el blog, por sus minutos robados.Gracias. ¡Siempre cofrade!

sábado, 23 de abril de 2011

Madrugada de Esperanza

A las puertas de Dominicos se respira un ambiente que no se vuelve a repetir en todo el año. Cientos de personas se agolpan a ambos lados de un estrecho pasillo que queda para que pasen por él los tres pasos que sacan del templo la Hermandad Dominicana, con cofrades bajo el paso con un ritmo especial en sus pies, que 'bailan' como nadie a Jesús de la Pasión, al Cristo de la Buena Muerte, y como no, a La Esperanza bajo su palio plateado.La madrugada tiene un olor especial, huele a incienso y cera, un rastro que se extiende por San Pablo, Palominos, la Rúa o Libreros. Sombras reflejadas en la piedra dorada en una noche donde sólo reina el silencio, roto por las órdenes del capataz de cada paso, y de la respuesta de los que van dentro.

Noche de emociones. Primero, al escuchar a las bandas tocar dos nuevas marchas dedicadas a estas imágenes: Postrado ante tu Cruz, para el Cristo de la Buena Muerte, y Amanecer de Esperanza, para la Virgen que alivia las penas y a la que se aferran los que pasan por un mal trago. Miradas que brillan de los que están a tu lado, corazones que laten a un nuevo ritmo, todo cambia cuando sale cada paso.

El tiempo se detiene en la madrugada, nadie echa de menos las horas de sueño robadas. Y en la Catedral aguarda La Piedad de Carmona, con un manto de claveles rojos que atrapa todas las miradas. Se suma al desfile procesional, y avanza hacia Libreros. Amanece. Los pasos alcanzan la Plaza. Y el ritmo de cada paso se acelera, el cielo se oscurece más y amenaza la lluvia. Regreso a Dominicos y despedida en el atrio. Corazones encogidos. La Piedad regresa a su morada, lejos de Jesús de la Pasión, el Cristo de la Buena Muerte y la Esperanza. Aplausos. Todo un regalo, gracias.


viernes, 22 de abril de 2011

Triste Jueves Santo

No existe un abrazo, ni palabras, ni miradas que consuelen a un cofrade minutos después de escuchar que su imagen, esa con la que sueña sacar a hombros durante todo el año, se queda en casa a causa de la lluvia. En ese momento, todos piensan en los meses y las horas de esfuerzo e ilusiones rotas por una nube que llegó a destiempo cargada de agua. Piensas en el hermano mayor, que con la voz temblorosa, al igual que su muñeca, tiene que anunciar a sus hermanos la suspensión de la procesión. No hay consuelo, ni para los niños, los hermanos de paso ni los de fila. En ese momento, todos son uno, y miran a sus imágenes, que deben ser protegidas de la lluvia, para que les den fuerza de preparar y vivir desde ahora la Semana Santa de 2012. Escenas que se vivieron ayer en la sede de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis, donde en el interior del templo escucharon la nueva marcha dedicada a su imagen titular, Injusta sentencia.


No había consuelo para los hermanos de túnica de lienzo blanco y escapulario. Ni para la Seráfica Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía, donde sus hermanos más veteranos no lograban recordar la última vez que se quedaron en casa la tarde de un Jueves Santo. En el interior de las Úrsulas, sus cuatro pasos estaban listos para un desfile procesional que nunca se realizó, con adornos florales cuidados con mimo, y una campana a estrenar que esperará a tocar silencio la próxima Pasión.


Sensaciones que se repitieron a orillas del Tormes, en la iglesia nueva del Arrabal, donde al menos, una pequeña tregua de la lluvia permitió a sus hermanos sacar al Cristo del Amor y de la Paz y a María Nuestra Madre a las puertas del templo. Ambos pasos fueron recibidos con aplausos y cargados por cofrades con el corazón roto, pero que alzaron a su Cristo al cielo y mecieron suavemente a su Virgen. ¡No lloréis, vuestra fe permanece viva, aunque no la manifestéis por las calles!

jueves, 21 de abril de 2011

La lluvia cesó y el Cristo de la Agonía Redentora llegó a Las Isabeles

El Cristo de la Agonía Redentora volvió a escuchar la promesa de silencio bajo el dintel de la Puerta de Ramos a medianoche. Miradas al cielo, que parecía despejado. Los hermanos de la Real Cofradía del Cristo Yacente iniciaban el desfile penitencial. Primero, la Cruz de guía, escoltada por cuatro faroles. Después, los cofrades más pequeños, y los primeros que descubrieron el peor de los presagios: "¡llueve!", decía el más pequeño, de no más de dos años. Primero fueron unas gotas intermitentes, que permitieron incluso que el incensario, cargado por ocho cofrades, saliera hasta poco más de la rampa de acceso a la plaza de Anaya. El goteo se convirtió en diluvio, y la entrada precipitada de los hermanos.


 Y tras ellos, cientos de personas se resguardaron en el interior de la Catedral Nueva. Momentos de llanto contenido, de caras tristes, tanto entre el pueblo como los propios cofrades. Y todas las miradas se dirigían al hermano mayor. Sin duda, en sus manos una decísión complicada, ya que se juega con sentimientos y con el valor de unas imágenes. Pero fue muy prudente y decidió dar una tregua a la lluvia, de poco más de quince minutos. Y el agua dejó de caer. El Cristo de la Agonía Redentora y el Yacente de la Misericordia salían a la calle, hacia su encuentro con Las Isabeles. Las agujas del reloj rozaban la una de la madrugada.



 La agrupación musical tocó como nunca Llorando a mares, la marcha que marca cada año la salida de la cofradía. Su 25 salida penitencial puedo celebrarse, y volvieron a bajar por Tostado, atravesaron la Plaza con los sones de Saeta, y Sor María Aurora volvió a dirigirse al pueblo, con palabras escritas desde el corazón y el cariño a la cofradía y sus hermanos. Un año más, despidieron a las imágenes cantando Perdona a tu pueblo. La comunidad de religiosas es pequeña, pero tiene un corazón grande. Por otras muchas salidas penitenciales más.




miércoles, 20 de abril de 2011

Calles llenas de fe

La piedra dorada de nuestras calles volverá a proyectar la sombra de cada paso: cruces, mantos, coronas. Y de aquellos que manifiestan su fe de una manera pública, con sus hábitos y capirotes, no importa el color, todos simbolizan lo mismo. Estos días se recrea la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Cada momento a su modo, primero con silencio y respeto, después, llega la tristeza de una Madre, y por último, la alegría del reencuentro. La Semana Santa de Salamanca es única, por su recogimiento y por su escenario. Calles llenas de historia y por las que con el paso de los siglos no pierden su esencia. Salamanca tiene que vivir esa fe. Los cofrades tienen que salir en procesión y arropar a sus imágenes y hermanos, no vale colgarse la medalla y quedarse en la acera. Nadie debería de perderse esta oportunidad única de vivir la fe, en la calle, con promesas de silencio que enmudecen en segundos a miles de personas o imágenes de Jesucristo y su Madre que despiertan sentimientos, lágrimas que caen a su paso. Eso es vivir con intensidad la fe. Detrás de cada procesión hay meses de intensa labor, de desvelos y de emociones. Un cofrade lo es todo el año. Piensa en su fe y también la transmite ayudando al prójimo. Las cofradías y hermandades no sólo resurgen en tiempo de Pasión, están vivas todo el año. Salamanca, ¡Ya se aproxima el Hijo de Dios en su Cruz, y detrás, va su Madre!. Todo ello envuelto con marchas creadas para marcar cada paso, para emocionar: Mater Mea, Reo de Muerte, Saeta...