domingo, 8 de mayo de 2011

Silencio en el Patio de Escuelas

Es todo un privilegio vivir los minutos antes del inicio de la procesión en el interior de la Clerecía, donde se intuyen ciertos nervios por cumplir de nuevo con su hermandad y su penitencia. Las grandes cruces de madera se mueven de un lado para otro, comienzan a colocarse. El hermano mayor, Fernando Romo, se dirige a sus hermanos con micrófono en mano, últimos consejos y palabras de aliento. En la calle amenaza la lluvia, pero la corazonada anima a avanzar al menos hasta el Patio de Escuelas. A una hora muy particular, 21.15, comienzan a salir los primeros cofrades, con sus sandalias de esparto y con la Cruz sobre el hombro. Suena Gaudeamus Igitur, el paso ya está en la calle: el Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría.

En la calle Libreros la gente aguarda al paso. Las cruces de madera hacen su parada en el Patio de Escuelas, allí les espera Fray Luis de León, una estatua que vela por la Universidad, cada día, cada hora. Silencio, antes incluso de que las paredes vuelvan a escuchar la promesa de los hermanos. Silencio. Interrumpido por los pájaros que habitan en ese lugar. Respeto. De nuevo, se escucha la oración universitaria a cargo de un Doctor, en esta ocasión, de Medicina. El coro canta. Más silencio.

La Hermandad Universitaria continua el recorrido, en Silencio, bajo la mirada de cientos de personas que admiran su austeridad y penitencia. La lluvia acelera sus pasos, acortan el recorrido. Los hermanos nunca pasan por la Plaza, buscan el recogimiento de otras calles, así lo dictaminaron sus antepasados.

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